El bullying: un mal que afecta a siete de cada diez escolares
Lo primero es saber qué es exactamente el bullying. Todos hemos sufrido en algún momento de nuestra infancia un momento de rechazo, o hemos participado en alguna discusión o pelea, pero esto va más allá. El bullying es un acoso continuado en el tiempo de un niño a otro niño. Puede comenzar en edades tempranas, como los 7 años, y alcanzar la adolescencia, y cualquier niño puede ser blanco de vejaciones, sin distinciones de clases sociales.
Los síntomas principales a los que todo padre debe prestar atención para detectar acoso escolar son:
- Miedo del niño a ir al colegio.
- Cambios en el sueño o pesadillas.
- Cambios en hábitos alimenticios: comer compulsivamente, o dejar de hacerlo.
- Pérdidas de material escolar o juegos en el colegio.
- No querer ir a clase de gimnasia.
- Cambios del estado de ánimo: tristeza y apatía.
- Cambios de personalidad: retraimiento.
- Cambios físicos: rasguños, arañazos o moratones en su cuerpo.
Si se suman algunos de estos síntomas, nuestro hijo puede estar siendo acosado en silencio y no sabe cómo contarlo. Y es que ese es uno de los principales problemas: el silencio y la impunidad de los actos de los acosadores. El lugar donde son sometidos al acoso está lejos de la vista de los adultos. El baño, el gimnasio, entre clase y clase, en un rincón del patio…o también con mensajes al móvil o al correo electrónico, lo que se denominaría ciberbullying.
Según un estudio reciente, en el ciberacoso las aplicaciones más utilizadas son Whatsapp, las llamadas telefónicas, y redes sociales como Facebook y Tuenti. Las utilizan tanto para excluir a la víctima del grupo, como para mofarse de ella compartiendo determinadas fotos y comentarios negativos contra esa persona. El anonimato que ofrecen estas redes sociales favorece que se extienda este fenómeno y lo hace más fuerte. Mucho cuidado con ellas.
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